Hasta que la muerte, nos separe. CAPITULO 2

08.07.2013 19:07

Capitulo 2  

 

Escuché un leve pitido, traté de abrir los ojos, pero no pude, traté de moverme y también fue en vano. Podía escuchar a lo lejos voces que sonaban como si estuviesen debajo del agua. Por momentos lograba ver algo y luego todo estaba oscuro de nuevo, me dolía el pecho, no sentía mis piernas ni mis brazos, mi cabeza quería estallar, quería saber que estaba sucediendo, pero de pronto todo fue oscuro de nuevo. 

Todo comenzó a sentirse igual que antes de haberme desmayado, luego de algunos minutos podía escuchar con claridad, pero seguía sin poder moverme, sin poder abrir los ojos. 

  •     Doctor, ésta paciente ¿tiene esperanza? 

  •     No, no señorita... ha caído en coma. - no quería seguir escuchando, pero no pude evitarlo. 

  •     ¿Cuál fue el motivo de su estado? 

  •     Atropello. 

  •     Oh... - sonó compasiva. - qué lástima. 

¿Atropello?... comencé a recordar, fuertes flashes me venían y podía distinguir imágenes aleatorias, la calle, el sonido de un frenado, las luces de un auto y los ojos de un hombre que se conectaron con los míos al momento de impacto.  

Escuché cómo cerraban las puertas y luego todo fue silencio, <<piiippiiippiiip>> alcanzaba a percibir de el aparato que supongo medía mis latidos. Trataba y trataba de moverme pero nada fue posible. Entonces escuché de nuevo cómo abrían las puertas y un llanto venía tras ello. 

  •     ¡No! Daniel, ¡No! - era mi madre. - Esa no es mi hija, mi hija no está ahí. 

  •     Cielo, por favor, tranquilízate, ella estará bien. 

  •     ¡No! ¡No lo estará! … lo sabes bien - sollozaba. - lo sabes bien. - dijo con más debilidad. 

Podía imaginar la escena. Mi madre llorando, con las manos en la cara, mientras mi padre tomaba sus hombros. Era terrible el sentimiento que me alimentaba. La muerte me estaba rondando y yo sentía, yo sabía que no volvería a abrir los ojos. 

Mis padres se quedaron ahí no sé cuanto tiempo, no tenía noción, pero yo sólo me preguntaba ¿donde estaría mi Xime?. No quería que sufriera por lo que fuera que estaba sucediendo. No quería que me viera en el estado en que me podría ver. Me estaba volviendo loca no poder hacer nada, escuchar cómo la gente que amaba sufría y sólo estar postrada.  

  •     Buenas tardes. - una voz grave saludó, pude reconocer que fue la misma que dijo que no tenía más esperanzas.  

  •     Buenas tardes, doctor. 

  •     ¿Ha habido cambios? 

  •     Ninguno. - dijo desairado mi padre. 

  •     Quiero que estén conscientes de que Sofía, no tiene esperanzas. - un quejido provino de mi madre. El doctor continuó. - recibió graves golpes en la cabeza, costillas y abdomen. Sin contar los de menor grado. Tuvo hemorragias internas que pudimos contener, pero tiene que tomar en cuenta que muy aparte de ello, el derrame cerebral es masivo y no hay nada que hacer, sino esperar, administrarle oxigeno y esperar lo mejor. 

Ahora podía entender que estaba sucediendo. Mi madre se echó a llorar aún más fuerte y mi padre con ella en menor intensidad. El doctor dio sus "lamentaciones" que más bien fue como un pésame y salió. Con más fuerza quise poder levantarme, salir corriendo, mis piernas no respondían, mi fuerza era desviada a algún vacío en el espacio. No podía salvarme.  

Luego de algunos minutos, la puerta se abrió fuertemente y una sensación dominó mi piel. Podía sentir su aroma, su presencia... Ximena había entrado por esa puerta.   

  •     Hija, mi nena. - así le decía mi padre a Ximena, "nena". - No hay nada que se pueda hacer. 

  •     El doctor nos acaba de decir que el derrame es masivo. - mi madre complementaba. 

Ximena no dijo nada, fueron segundos los que estuvo en silencio, tal vez contemplándome, tal vez sollozando, mirando a algún otro lado, pero sentí cómo se sentó a un lado mío. 

  •     ¿Puedo quedarme con ella, ésta noche? - mis padres guardaron silencio. - Yo sé que ella es su hija, yo sé que ustedes tienen todo el derecho, pero quiero estar aquí...  

  •     Está bien... - mi padre accedió. - Quédate aquí, nosotros estaremos en la sala de espera. 

  •     Gracias papá, de verdad.  

Ximena y mi padre se habían tomado un cariño muy especial, como de padre e hija, a veces me resultaba gracioso que la consintiera aún más que a mi, a veces le llegaba a hablar como a una niña pequeña y eso me resultaba grandioso. Veían muy bien nuestra relación, eso ayudó en muchas ocasiones cuando tuvimos pequeñas discusiones. Más de una vez mis padres nos dieron un discurso de lo importante que son las peleas para fortalecer el noviazgo, más de una vez ellos unieron nuestras manos y nos ordenaron olvidar los conflictos. 

Ellos salieron y mi Xime se quedó. 

  •      Sofía... mi amor... - recargó su cara en mi pecho, tomó mi mano y empezó a llorar. - Yo no quería que te pasara eso, quiero saber que fue lo que te obligó a cruzar esa calle, porque deseaste regresar. ¿A dónde ibas, mi amor? ¿Porqué presiento que fue por mi? ¿Fue así?... siento éste sentimiento de culpa y dolor. Cuando sucedió mi corazón sintió una grave angustia, te marqué mil veces y jamás contestaste. - guardó silencio un  momento. - yo no sé que haré sin ti. 

Mi sufrimiento fue grande, quería abrazarla, quería besarla. Un par de lagrimas comenzaban a brotar, mi mano apretó su mano en un acto-reflejo.  

  •      ¿Me estás escuchando?... - se sobresaltó. - Sofía, ¡háblame! - ella sabía que no lo haría. - Escucha... - suspiró. - Yo sé que estás sufriendo, que estás en agonía y que luchas por tu vida, pero mi amor, no quiero que éste dolor siga. Quiero que estés bien, quiero que alcances esa paz que necesitas y sé que si sigues entre nosotros vendrá una lluvia de sufrimientos para ti. Por favor, sigue adelante, te prometo que estaré bien. - se echó a llorar de nuevo. - Yo te tendré siempre conmigo, ¿sabes?... Aquí, dentro de mi. - se tranquilizó. -Vamos, ve... yo sé que Dios te espera en sus brazos, yo sé que aquí se encuentran un montón de ángeles esperándote, no te resistas más, quiero lo mejor para ti. Tú siempre me diste lo mejor y sé que no fui una novia ejemplar, pero quiero que sepas que te amo, que te amo más que a nada, que al irte, se me irá la vida, pero amor, si ésta es mi manera de recompensarte tanto amor que me diste y tanto bien que me hiciste, ve tranquila. Yo estaré bien, porque sabré que tú estás bien... Te amo mi amor. 

  •      Te amo, Ximena. - pude decir en voz muy baja, ella rápidamente me tomó en sus brazos, esperando tal vez que despertara, más palabras, pero un pitido largo se apoderó de la habitación. Sentí cómo mi cuerpo se liberaba, la vi recostada en mi pecho llorando, sabía lo que significaba, había dejado lo terrenal.  

Al levantarme, vi cómo iba dejando mi cuerpo. Me puse de pie y contemplé la escena. Mis padres entraron corriendo tras un médico que fue a auxiliar, pero luego de tomar mi pulso y revisar la maquina, confirmó mi muerte.